Ya has descubierto el secreto
para ser auténticamente feliz.
Ya has visto el camino seguro
que te guiará hasta la conquista
de esa cumbre. Ya has encontrado
el fundamento inquebrantable
sobre el que podrás asentar tu
dicha perenne. Bien, y ahora...,
¿qué?
Ahora sólo te falta una cosa.
Lánzate con decisión a esa gran
conquista en tu propia vida. No
olvides que eso que buscas se
encuentra más cerca de ti de lo
que te imaginas. Lo llevas
dentro.
¡Ah...! Y recuerda nuestro
secreto y sus matices:
La verdadera felicidad (la
máxima posible) consiste en
poseer a Dios (único Sumo Bien)
amándolo sin límites (hasta el
extremo del amor).
Seremos de verdad felices
sólo cuando comencemos a
realizar por amor lo que Dios
quiere de nosotros en la vida.
No basta amar a Dios en el
cumplimiento de lo que le
agrada: hazlo con autenticidad.
Asienta esa felicidad en la roca
firme de la fe y de la confianza
en Dios.
Descubre a Dios dentro de ti.
Llévalo siempre contigo como el
mejor amigo. Ámalo como a Él le
gusta.
Haciendo eso, puedes vivir
tranquilo y totalmente seguro de
tu felicidad. Estará asentada
sobre el único fundamento
imperecedero y eterno: Dios.
Pero eso sí, dando ahora, a
cada una de esas cosas buenas,
su verdadero valor y sentido
desde tu amor a Dios.
Si eres capaz de hacerlo, yo
no tengo más que decirte.
Termina de escribir la
conclusión tú mismo. No con
palabras, sino con la respuesta
de tu vida feliz.