Dos Actitudes Muy de Jesús
El
grupo de Jesús atraviesa Galilea, camino de
Jerusalén. Lo hacen de manera reservada, sin
que nadie se entere. Jesús quiere dedicarse
enteramente a instruir a sus discípulos. Es
muy importante lo que quiere grabar en sus
corazones: su camino no es un camino de
gloria, éxito y poder. Es lo contrario:
conduce a la crucifixión y al rechazo,
aunque terminará en resurrección.
A
los discípulos no les entra en la cabeza lo
que les dice Jesús. Les da miedo hasta
preguntarle. No quieren pensar en la
crucifixión. No entra en sus planes ni
expectativas. Mientras Jesús les habla de
entrega y de cruz, ellos hablan de sus
ambiciones: ¿Quién será el más importante en
el grupo? ¿Quién ocupará el puesto más
elevado? ¿Quién recibirá más honores?
Jesús
«se
sienta».
Quiere enseñarles algo que nunca han de
olvidar. Llama a los Doce, los que están más
estrechamente asociados a su misión y los
invita a que se acerquen, pues los ve muy
distanciados de él. Para seguir sus pasos y
parecerse a él han de aprender dos actitudes
fundamentales.
-
Primera actitud: «Quien
quiera ser el primero, que sea el último de
todos y servidor de todos». El discípulo de
Jesús ha de renunciar a ambiciones, rangos,
honores y vanidades. En su grupo nadie ha de
pretender estar sobre los demás. Al contrario,
ha de ocupar el último lugar, ponerse al nivel
de quienes no tienen poder ni ostentan rango
alguno. Y, desde ahí, ser como Jesús: «servidor
de todos».
-
La segunda actitud es
tan importante que Jesús la ilustra con un gesto
simbólico entrañable. Pone a un niño en medio de
los Doce, en el centro del grupo, para que
aquellos hombres ambiciosos se olviden de
honores y grandezas, y pongan sus ojos en los
pequeños, los débiles, los más necesitados de
defensa y cuidado.
Luego, lo abraza y les
dice: «El que acoge a
un niño como este en mi nombre, me acoge a mí».
Quien acoge a un «pequeño» está acogiendo al más
«grande», a Jesús. Y quien acoge a Jesús está
acogiendo al Padre que lo ha enviado.
Una Iglesia que acoge a los pequeños e
indefensos está enseñando a acoger a Dios.
Una Iglesia que mira hacia los grandes y se
asocia con los poderosos de la tierra está
pervirtiendo la Buena Noticia de Dios
anunciada por Jesús."
"Y
saliendo de allí, iban caminando por
Galilea; él no quería que se
supiera, porque iba enseñando a sus
discípulos. Les decía: "El Hijo del
hombre será entregado en manos de
los hombres; le matarán y a los tres
días de haber muerto resucitará."
Pero ellos no entendían lo que les
decía y temían preguntarle.
Llegaron
a Cafarnaúm, y una vez en casa, les
preguntaba: "De qué discutíais por
el camino?" Ellos callaron, pues por
el camino habían discutido entre sí
quién era el mayor.
Entonces
se sentó, y llamó a los Doce, y les
dijo: "Si
uno quiere ser el primero, sea el
último de todos y el servidor de
todos" Y
tomando un niño, le puso en medio de
ellos, le estrechó entre sus brazos
y les dijo: "El Al que reciba a un
niño como éste en mi nombre, a mí me
recibe; y el que me reciba a mí, no
me recibe a mí sino a Aquel que me
ha enviado."
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